Calisto decide pedir ayuda a la vieja Celestina para hacer que Melibea se enamore de él. Pero la ambiciosa anciana planea tomar ventaja de la situación.
La Celestina
Fernando de Rojas (1499)
Resumen completo
Angustiado, Calisto, regresa a su casa; habla con Sempronio, su criado, sobre las pocas esperanzas que tiene de obtener el amor de Melibea. Sempronio critica a las mujeres y le sugiere a Calisto que no se enamore. Sin embargo, Calisto insiste en su deseo.
Para ayudar a su amo, Sempronio le recomienda pedir ayuda a Celestina, una alcahueta, hechicera y antigua prostituta. Calisto le pide que vaya a traerla para hablar con ella.
El sirviente llega a la casa de Celestina, donde, además, vive Elicia, una prostituta, pupila de Celestina, que está enamorada de Sempronio. En el camino de regreso, la Celestina y Sempronio acuerdan aprovecharse de Calisto para sacarle dinero.
Pármeno, otro criado de Calisto, advierte a su amo sobre la mala reputación de Celestina: revela que su madre vivió con ella hace algunos años y que él fue su sirviente; conoce sus extrañas prácticas y le pide que tenga cuidado.
A pesar de la advertencia, Calisto recibe a Celestina en su casa. Tras contarle su problema, ella decide ayudarlo, pero primero debe pagar por sus servicios. Calisto y Sempronio salen en busca del dinero.
Al quedarse solos, Celestina reconoce a Pármeno; le habla mal de Calisto y le sugiere que busque la amistad de Sempronio. La alcahueta, además, promete ayudarlo para conseguir el favor de Areúsa, otra prostituta, prima de Elicia. Pármeno comienza a dejarse convencer por sus consejos.
Calisto vuelve y da cien monedas de oro a Celestina.
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Pármeno habla con su amo y le dice que, en lugar de darle dinero a Celestina, hubiera sido mejor emplearlo en hacerle presentes y servicios a Melibea; insiste en que está obrando erróneamente. Calisto, indignado, se enfurece y grita a su criado; luego se va.
Pármeno, ofendido, decide que ya no tratará de ayudar a su amo y lo dejará actuar como le plazca.
Después, Celestina recuerda su amistad con Claudina, madre de Pármeno, y asegura que podrá convencerlo de que se una a ellos para sacarle dinero a Calisto.
La hechicera, usando materiales desagradables, pronuncia un oscuro y espeluznante hechizo, dirigido a Plutón, dios de los infiernos, para fabricar un hilado, pensado para que Melibea lo adquiera y, a través de él, se enrede en amoríos con Calisto.
En la puerta de la casa, Celestina encuentra a Lucrecia, sirvienta de Melibea. Bajo el pretexto de vender hilado, consigue entrar.
Alisa, madre de Melibea, recibe a Celestina. Tras una breve charla, Alisa parte y le pide a su hija que la atienda. La alcahueta enreda a la joven con su conversación y Melibea compra el hilo.
Después, Celestina dice a la muchacha que necesita de su ayuda para sanar a un enfermo. Según explica, una sola palabra de Melibea surtirá un efecto poderoso en la salud del miserable doliente.
Melibea, al descubrir que el misterioso doliente es Calisto, enfurece ante la petición de la vieja. Hábilmente, Celestina inventa que el dolor al que se refiere no es por amor, sino un simple dolor de muelas; y la palabra que necesita es una oración escrita, además de un cordón, propiedad de Melibea, que haya tocado reliquias de Roma y Jerusalén.
Melibea, avergonzada por su reacción, termina por creer el engaño de Celestina: cree que sus intenciones son verdaderamente honestas y entrega el cordón. Le pide que, en secreto, regrese al día siguiente para darle la oración por escrito.
Al verlos llegar, Calisto manda a Sempronio abrirles rápidamente pues desea ya saber el resultado.
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Celestina le enseña el cordón a un muy emocionado Calisto y le pide que se ponga un pañuelo en la cabeza para que Melibea, en caso de verlo, crea lo del dolor de muelas.
Luego, Celestina, acompañada por Pármeno, parte hacia su casa.
Celestina recuerda a la madre de Pármeno y la describe con mucho cariño. Rememora cómo visitaban los cementerios para desenterrar a los muertos y conseguir objetos para sus trabajos de hechicería. Le pide a Pármeno que sea su amigo, al igual que, en su tiempo, lo fue su madre. Pármeno le recuerda que había prometido ayudarlo a cortejar a Areúsa, por lo que se desvían a casa de la muchacha.
Celestina entra primero; la vieja admira la belleza y juventud de Areúsa. La joven se queja de unos dolores en el vientre y Celestina sugiere que se pueden curar teniendo relaciones con un hombre.
La muchacha revela que su novio, un soldado, se ha ido a la guerra y no desea serle infiel. Pero Celestina termina por convencerla y hace entrar a Pármeno. Areúsa finge recato y él está nervioso, la vieja los anima y, como pago por sus favores, Pármeno promete asociarse con Sempronio y ayudarlos en sus planes.
Pármeno regresa a casa de su amo y presume a Sempronio lo ocurrido. Sempronio se alegra al saber que, por fin, Pármeno se ha unido al negocio que él y Celestina traen entre manos.
Mientras tanto, Calisto no ha podido dormir; lo único que hace es caminar por la casa, recitando poemas de amor para Melibea.
Durante la comida en casa de la alcahueta, Sempronio alaba la belleza de Melibea, pero Areúsa y Elicia, con envidia, la critican duramente.
Lucrecia llega a la casa. Areúsa aprovecha la presencia de la criada para criticar a las mujeres que se dedican al servicio doméstico y se alegra por no estar sometida a nadie. Luego, Celestina recuerda con añoranza sus momentos de gloria, cuando no le faltaba nada: su prostíbulo estaba lleno de mujeres jóvenes que daban servicio a toda clase de hombres, incluidos algunos obispos.
Lucrecia pide a Celestina que acuda a casa de Melibea, quien está aquejada por un dolor de corazón.
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Al salir Celestina se encuentra con Alisa, la madre de Melibea, y le inventa que visitó la casa para vender más hilo.
Alisa sospecha de las malas intenciones de la vieja y le advierte a Melibea sobre la mala reputación de la anciana.
Al ver esto, Pármeno y Sempronio hablan sobre la parte del pago que les corresponderá por su participación en el negocio.
Celestina explica a Calisto que esa misma noche debe acudir a casa de Melibea, para que él mismo constate el amor de la doncella.
Al principio, Melibea trata de mostrarse distante y fría, como en su primer encuentro en el jardín. Calisto, sintiéndose engañado y burlado, lamenta profundamente las palabras de su amada. La doncella, al escuchar su dolor, le confiesa que sólo estaba probando su amor y fidelidad.
Calisto y Melibea desean gozar de su amor y lamentan que la puerta se interponga entre ellos. Acuerdan encontrarse en el huerto la noche siguiente. Viendo que se acerca la gente del alguacil, Calisto y sus criados se marchan.
Tras dejar a su amo en casa, Pármeno y Sempronio deciden cobrar esa misma noche la parte del pago que les corresponde.
Al llegar a casa de Celestina, la vieja astutamente pone excusas para no pagarles. Pero ellos insisten. Celestina dice que le entregó la cadena a Elicia, pero que la muchacha no puede recordar dónde la puso. Después dice que el pago era sólo para ella, por sus servicios y conocimiento.
Se desata una discusión. Como la alcahueta se niega a pagar, los criados la atacan brutalmente y la apuñalan. Elicia pide ayuda a gritos. Los asesinos se escapan por una ventana y Celestina muere.
Se escucha un tumulto en la calle, y entra Sosia, el mozo de la caballeriza, muy alterado. Les cuenta que Sempronio y Pármeno están muertos: fueron acusados de haber matado a Celestina, y el verdugo los acaba de decapitar en la plaza. Sosia dice que él mismo vio el cuerpo de Celestina, atravesado por treinta puñaladas. Calisto se asombra por la noticia. Sosia agrega que Elicia ha dicho que el pleito comenzó cuando Celestina se negó a compartir una cadena de oro que había recibido de Calisto como pago.
Esto preocupa a Calisto, pues teme que su reputación se vea dañada por el hecho, aunque se convence de que las muertes de sus criados y de Celestina fueron justas.
Calisto sostiene a Melibea entre sus brazos. Aunque ella trata de cuidar su pureza, al final cede a los avances de Calisto.
Unas horas después, Calisto se va con sus dos criados. En su recámara, a solas, Calisto sufre por haberse tenido que separar de su amada; pero también por el riesgo de perder su reputación y de que esto pueda dañar la honra de Melibea.
Elicia le cuenta a su prima sobre las muertes de Celestina, Sempronio y Pármeno. Ambas lamentan la muerte de sus amantes; culpan a Calisto y Melibea de la tragedia, y deciden vengarse.
Buscarán a Sosia para que les dé información y convencerán a Centurio de que mate a Calisto.
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Lucrecia y Melibea escuchan la conversación. Melibea, que ha estado viendo a Calisto en secreto por un mes, le ruega a su criada que interrumpa la conversación: ella no quiere estar con nadie más que con Calisto.
Areúsa, haciendo uso de coqueteos y engaños, logra que Sosia le revele cuándo y dónde se volverán a reunir Calisto y Melibea. Cuando se ha marchado Sosia, las primas celebran la proximidad de su venganza.
Calisto y Melibea disfrutan su amor en el huerto cuando escuchan voces y ruidos. Calisto, creyendo que sus criados están en problemas, sale del huerto, bajando por la escalera; pero Tristán le dice que no se preocupe, pues sólo han sido unos bellacos que pasaron haciendo ruido.
Calisto vuelve a subir por la escalera para volver con Melibea, pero resbala, cae y muere. Los criados corren a ayudar a su amo pero ya nada pueden hacer.
Melibea y Lucrecia escuchan el alboroto del otro lado del muro. La joven llora por la muerte de su amado.
Melibea y Lucrecia suben a la torre, mientras Pleberio busca algún músico para tratar de alegrar a su hija. Luego, Melibea le pide a Lucrecia que diga a Pleberio que se coloque debajo de la torre, pues le quiere decir algo. Sola, desde la cima de la torre, Melibea decide suicidarse. Sabe que causará un gran dolor a sus padres pero sólo quiere estar con su amado.
Lucrecia y Pleberio llegan a los pies de la torre. Melibea revela a su padre lo ocurrido con Celestina y su romance con Calisto. Dolorosamente, se despide de su padre y salta de la torre.
Llorando, Pleberio se queja del mundo y de sus miserias, de la mala fortuna que le ha arrebatado a su hija. Su vida ahora ya no tiene sentido, sólo será dolor. Por último se queja del amor, que en lugar de hacer felices a los amantes, solamente les provoca sufrimientos.
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Acto 1
Calisto, en un jardín, observa a Melibea. Prendado por su belleza, le declara su amor. Ella, enojada, lo rechaza.Angustiado, Calisto, regresa a su casa; habla con Sempronio, su criado, sobre las pocas esperanzas que tiene de obtener el amor de Melibea. Sempronio critica a las mujeres y le sugiere a Calisto que no se enamore. Sin embargo, Calisto insiste en su deseo.
Para ayudar a su amo, Sempronio le recomienda pedir ayuda a Celestina, una alcahueta, hechicera y antigua prostituta. Calisto le pide que vaya a traerla para hablar con ella.
El sirviente llega a la casa de Celestina, donde, además, vive Elicia, una prostituta, pupila de Celestina, que está enamorada de Sempronio. En el camino de regreso, la Celestina y Sempronio acuerdan aprovecharse de Calisto para sacarle dinero.
Pármeno, otro criado de Calisto, advierte a su amo sobre la mala reputación de Celestina: revela que su madre vivió con ella hace algunos años y que él fue su sirviente; conoce sus extrañas prácticas y le pide que tenga cuidado.
A pesar de la advertencia, Calisto recibe a Celestina en su casa. Tras contarle su problema, ella decide ayudarlo, pero primero debe pagar por sus servicios. Calisto y Sempronio salen en busca del dinero.
Al quedarse solos, Celestina reconoce a Pármeno; le habla mal de Calisto y le sugiere que busque la amistad de Sempronio. La alcahueta, además, promete ayudarlo para conseguir el favor de Areúsa, otra prostituta, prima de Elicia. Pármeno comienza a dejarse convencer por sus consejos.
Calisto vuelve y da cien monedas de oro a Celestina.
Acto 2
Calisto, aquejado por el amor, le pide a Sempronio que apresure la labor de Celestina. El criado sale a buscarla.Pármeno habla con su amo y le dice que, en lugar de darle dinero a Celestina, hubiera sido mejor emplearlo en hacerle presentes y servicios a Melibea; insiste en que está obrando erróneamente. Calisto, indignado, se enfurece y grita a su criado; luego se va.
Pármeno, ofendido, decide que ya no tratará de ayudar a su amo y lo dejará actuar como le plazca.
Acto 3
Sempronio da a Celestina el mensaje de su amo. Por la prisa de Calisto, ambos saben que podrán obtener grandes beneficios de ese negocio.Después, Celestina recuerda su amistad con Claudina, madre de Pármeno, y asegura que podrá convencerlo de que se una a ellos para sacarle dinero a Calisto.
La hechicera, usando materiales desagradables, pronuncia un oscuro y espeluznante hechizo, dirigido a Plutón, dios de los infiernos, para fabricar un hilado, pensado para que Melibea lo adquiera y, a través de él, se enrede en amoríos con Calisto.
Acto 4
Camino a la casa de Pleberio, padre de Melibea, Celestina teme ser descubierta y castigada, pues el oficio de alcahuete está prohibido por la ley, pero decide continuar con su plan.En la puerta de la casa, Celestina encuentra a Lucrecia, sirvienta de Melibea. Bajo el pretexto de vender hilado, consigue entrar.
Alisa, madre de Melibea, recibe a Celestina. Tras una breve charla, Alisa parte y le pide a su hija que la atienda. La alcahueta enreda a la joven con su conversación y Melibea compra el hilo.
Después, Celestina dice a la muchacha que necesita de su ayuda para sanar a un enfermo. Según explica, una sola palabra de Melibea surtirá un efecto poderoso en la salud del miserable doliente.
Melibea, al descubrir que el misterioso doliente es Calisto, enfurece ante la petición de la vieja. Hábilmente, Celestina inventa que el dolor al que se refiere no es por amor, sino un simple dolor de muelas; y la palabra que necesita es una oración escrita, además de un cordón, propiedad de Melibea, que haya tocado reliquias de Roma y Jerusalén.
Melibea, avergonzada por su reacción, termina por creer el engaño de Celestina: cree que sus intenciones son verdaderamente honestas y entrega el cordón. Le pide que, en secreto, regrese al día siguiente para darle la oración por escrito.
Acto 5
En el camino de regreso, Celestina se felicita por el éxito de su misión. Al llegar a su casa, se encuentra con Sempronio y ambos parten hacia la morada de Calisto.Al verlos llegar, Calisto manda a Sempronio abrirles rápidamente pues desea ya saber el resultado.
Acto 6
Calisto recibe a Celestina, mientras, aparte, hablan Pármeno y Sempronio. Calisto se muestra desesperado por saber qué ocurrió en la casa de Melibea. Celestina da algunos rodeos y alimenta la impaciencia del joven. Finalmente, le informa que pudo apaciguar a Melibea y le narra todo lo ocurrido. Por su lado, Pármeno critica duramente a Celestina y la actitud obsesiva de su amo.Celestina le enseña el cordón a un muy emocionado Calisto y le pide que se ponga un pañuelo en la cabeza para que Melibea, en caso de verlo, crea lo del dolor de muelas.
Luego, Celestina, acompañada por Pármeno, parte hacia su casa.
Acto 7
Celestina reprende a Pármeno por haber hablado mal de ella en casa de Calisto y lo anima a acercarse a Sempronio. Pármeno responde que él y Sempronio son muy distintos, pero la vieja lo convence de lo contrario.Celestina recuerda a la madre de Pármeno y la describe con mucho cariño. Rememora cómo visitaban los cementerios para desenterrar a los muertos y conseguir objetos para sus trabajos de hechicería. Le pide a Pármeno que sea su amigo, al igual que, en su tiempo, lo fue su madre. Pármeno le recuerda que había prometido ayudarlo a cortejar a Areúsa, por lo que se desvían a casa de la muchacha.
Celestina entra primero; la vieja admira la belleza y juventud de Areúsa. La joven se queja de unos dolores en el vientre y Celestina sugiere que se pueden curar teniendo relaciones con un hombre.
La muchacha revela que su novio, un soldado, se ha ido a la guerra y no desea serle infiel. Pero Celestina termina por convencerla y hace entrar a Pármeno. Areúsa finge recato y él está nervioso, la vieja los anima y, como pago por sus favores, Pármeno promete asociarse con Sempronio y ayudarlos en sus planes.
Acto 8
A la mañana siguiente, antes de marcharse, Pármeno se pone de acuerdo con Areúsa para que vayan a comer a casa de Celestina.Pármeno regresa a casa de su amo y presume a Sempronio lo ocurrido. Sempronio se alegra al saber que, por fin, Pármeno se ha unido al negocio que él y Celestina traen entre manos.
Mientras tanto, Calisto no ha podido dormir; lo único que hace es caminar por la casa, recitando poemas de amor para Melibea.
Acto 9
Después de robar comida de la casa de Calisto, Sempronio y Pármeno parten hacia el hogar de Celestina. De camino, ambos critican a Celestina, pues conocen sus maldades, pero acuerdan no decir nada.Durante la comida en casa de la alcahueta, Sempronio alaba la belleza de Melibea, pero Areúsa y Elicia, con envidia, la critican duramente.
Lucrecia llega a la casa. Areúsa aprovecha la presencia de la criada para criticar a las mujeres que se dedican al servicio doméstico y se alegra por no estar sometida a nadie. Luego, Celestina recuerda con añoranza sus momentos de gloria, cuando no le faltaba nada: su prostíbulo estaba lleno de mujeres jóvenes que daban servicio a toda clase de hombres, incluidos algunos obispos.
Lucrecia pide a Celestina que acuda a casa de Melibea, quien está aquejada por un dolor de corazón.
Acto 10
Melibea, a solas, expresa un amor ardiente por Calisto y el miedo que tiene de revelarlo. Recibe a Celestina y se queja de un mal en el corazón. Celestina la presiona para que comunique la verdadera causa de su mal, de lo contrario no podrá remediar su enfermedad. Melibea, finalmente, confiesa que ama a Calisto. Celestina, satisfecha, promete ayudarlos a estar juntos: le propone un plan para que Calisto la visite esa misma noche.Al salir Celestina se encuentra con Alisa, la madre de Melibea, y le inventa que visitó la casa para vender más hilo.
Alisa sospecha de las malas intenciones de la vieja y le advierte a Melibea sobre la mala reputación de la anciana.
Acto 11
Celestina encuentra a Calisto, con sus criados, saliendo de la iglesia, y los acompaña a su casa. Celestina revela los sentimientos de Melibea, y Calisto, loco de alegría, le paga con una cadenilla de oro.Al ver esto, Pármeno y Sempronio hablan sobre la parte del pago que les corresponderá por su participación en el negocio.
Celestina explica a Calisto que esa misma noche debe acudir a casa de Melibea, para que él mismo constate el amor de la doncella.
Acto 12
Cerca de las doce, los tres hombres llegan a la casa de Melibea. Calisto se acerca a la puerta y llama a su amada. Los dos enamorados hablan a través de la puertaAl principio, Melibea trata de mostrarse distante y fría, como en su primer encuentro en el jardín. Calisto, sintiéndose engañado y burlado, lamenta profundamente las palabras de su amada. La doncella, al escuchar su dolor, le confiesa que sólo estaba probando su amor y fidelidad.
Calisto y Melibea desean gozar de su amor y lamentan que la puerta se interponga entre ellos. Acuerdan encontrarse en el huerto la noche siguiente. Viendo que se acerca la gente del alguacil, Calisto y sus criados se marchan.
Tras dejar a su amo en casa, Pármeno y Sempronio deciden cobrar esa misma noche la parte del pago que les corresponde.
Al llegar a casa de Celestina, la vieja astutamente pone excusas para no pagarles. Pero ellos insisten. Celestina dice que le entregó la cadena a Elicia, pero que la muchacha no puede recordar dónde la puso. Después dice que el pago era sólo para ella, por sus servicios y conocimiento.
Se desata una discusión. Como la alcahueta se niega a pagar, los criados la atacan brutalmente y la apuñalan. Elicia pide ayuda a gritos. Los asesinos se escapan por una ventana y Celestina muere.
Acto 13
Calisto despierta y llama a Sempronio y Pármeno; Tristán, otro criado, le informa que no están en casa.Se escucha un tumulto en la calle, y entra Sosia, el mozo de la caballeriza, muy alterado. Les cuenta que Sempronio y Pármeno están muertos: fueron acusados de haber matado a Celestina, y el verdugo los acaba de decapitar en la plaza. Sosia dice que él mismo vio el cuerpo de Celestina, atravesado por treinta puñaladas. Calisto se asombra por la noticia. Sosia agrega que Elicia ha dicho que el pleito comenzó cuando Celestina se negó a compartir una cadena de oro que había recibido de Calisto como pago.
Esto preocupa a Calisto, pues teme que su reputación se vea dañada por el hecho, aunque se convence de que las muertes de sus criados y de Celestina fueron justas.
Acto 14
En el huerto, Melibea está angustiada por la tardanza de Calisto. De pronto, escucha voces. Con ayuda de Tristán y de Sosia, Calisto utiliza una escalera para entrar al huerto.Calisto sostiene a Melibea entre sus brazos. Aunque ella trata de cuidar su pureza, al final cede a los avances de Calisto.
Unas horas después, Calisto se va con sus dos criados. En su recámara, a solas, Calisto sufre por haberse tenido que separar de su amada; pero también por el riesgo de perder su reputación y de que esto pueda dañar la honra de Melibea.
Acto 15
Elicia, vestida de luto, va a casa de Areúsa y la encuentra discutiendo con Centurio, un rufián. Después él se marcha molesto.Elicia le cuenta a su prima sobre las muertes de Celestina, Sempronio y Pármeno. Ambas lamentan la muerte de sus amantes; culpan a Calisto y Melibea de la tragedia, y deciden vengarse.
Buscarán a Sosia para que les dé información y convencerán a Centurio de que mate a Calisto.
Acto 16
Pleberio y Alisa, creyendo que Melibea tiene muchos dones, incluido el de la virginidad, conversan sobre el futuro de su hija y acuerdan casarla pronto.Lucrecia y Melibea escuchan la conversación. Melibea, que ha estado viendo a Calisto en secreto por un mes, le ruega a su criada que interrumpa la conversación: ella no quiere estar con nadie más que con Calisto.
Acto 17
Elicia decide que lo mejor es desterrar el dolor que siente por la muerte de Sempronio y dejar atrás el luto. Decide visitar a su prima, cuando sorpresivamente, aparece Sosia. Elicia se esconde para dejarlos hablar.Areúsa, haciendo uso de coqueteos y engaños, logra que Sosia le revele cuándo y dónde se volverán a reunir Calisto y Melibea. Cuando se ha marchado Sosia, las primas celebran la proximidad de su venganza.
Acto 18
Areúsa y Elicia visitan a Centurio. Areúsa aún se muestra furiosa con él. El rufián acepta ayudarlas a matar a Calisto a cambio del perdón de ella y de su amor; pero tan pronto se van las mujeres, Centurio comienza a pensar cómo librarse del encargo. Decide enviar a unos amigos a espantar con ruidos a Calisto y sus criados, para hacer que huyan y él pueda decir que no los encontró en el lugar.Acto 19
Calisto va con sus criados al huerto de Melibea. De camino, Sosia le cuenta a Tristán lo acontecido con Areúsa. Sosia concluye que fue engañado y que reveló de más al contar los planes de Calisto.Calisto y Melibea disfrutan su amor en el huerto cuando escuchan voces y ruidos. Calisto, creyendo que sus criados están en problemas, sale del huerto, bajando por la escalera; pero Tristán le dice que no se preocupe, pues sólo han sido unos bellacos que pasaron haciendo ruido.
Calisto vuelve a subir por la escalera para volver con Melibea, pero resbala, cae y muere. Los criados corren a ayudar a su amo pero ya nada pueden hacer.
Melibea y Lucrecia escuchan el alboroto del otro lado del muro. La joven llora por la muerte de su amado.
Acto 20
Lucrecia busca a Pleberio para que ayude a Melibea: le dice que la joven está muy enferma. Pleberio pregunta a su hija qué le pasa, Melibea dice tener una llaga en el corazón y pide subir a lo alto de una torre, para tomar aire.Melibea y Lucrecia suben a la torre, mientras Pleberio busca algún músico para tratar de alegrar a su hija. Luego, Melibea le pide a Lucrecia que diga a Pleberio que se coloque debajo de la torre, pues le quiere decir algo. Sola, desde la cima de la torre, Melibea decide suicidarse. Sabe que causará un gran dolor a sus padres pero sólo quiere estar con su amado.
Lucrecia y Pleberio llegan a los pies de la torre. Melibea revela a su padre lo ocurrido con Celestina y su romance con Calisto. Dolorosamente, se despide de su padre y salta de la torre.
Acto 21
Pleberio, devastado por el dolor, le informa a Alisa de la muerte de su hija y le muestra el cuerpo despedazado.Llorando, Pleberio se queja del mundo y de sus miserias, de la mala fortuna que le ha arrebatado a su hija. Su vida ahora ya no tiene sentido, sólo será dolor. Por último se queja del amor, que en lugar de hacer felices a los amantes, solamente les provoca sufrimientos.
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