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La Iliada - Resumen completo

(s. VIII a.C.)

atribuida a Homero

Resumen completo


Antecedentes


Helena, la bella esposa del rey Menelao, se enamoró de Paris, príncipe de los teucros, y se fue con él a Troya. Deshonrado, Menelao, con ayuda de su hermano, el rey Agamenón, reunió a un ejército e inició una guerra contra los teucros para recuperar a su esposa. 


Canto 1 Peste. Cólera.


Los aqueos y sus aliados están agotados tras 10 años de guerra contra los teucros. Además, el dios Apolo ha desatado una peste entre los soldados como castigo porque el rey Agamenón secuestró a la joven Crisa tras el saqueo de Tebas, para hacerla su concubina. 


Crises, padre de la muchacha y sacerdote de Apolo, se presenta en el campamento aqueo con inmensas riquezas, para pagar el rescate de su hija. 


Aunque los soldados ruegan que devuelva a la joven, para terminar con la maldición, Agamenón groseramente expulsa a Crises sin aceptar su petición. El padre se va, pidiendo a Apolo su intervención. El dios, molesto, baja del Olimpo y durante nueve días dispara sus flechas contra los aqueos. 


Harto de la masacre, Aquiles, príncipe de los mirmidones y aliado de Agamenón, convoca a una reunión del consejo. Ahí, el adivino Calcas revela que Apolo se calmará sólo cuando Crisa sea devuelta a su padre. 


Agamenón a regañadientes, acepta devolver a la muchacha, pero con la condición de que Aquiles le ceda a su concubina Briseida, pues le parece deshonroso que sólo él pierda a su compañera. 


Aquiles enfurece y llama Agamenón un cobarde, que nunca pelea, y sólo se queda con las ganancias.

El viejo Néstor interviene para calmarlos: Aquiles sentencia que puede quedarse con Briseida, pero ya no peleará más por los aqueos.


Terminada la junta. Agamenón ordena a Odiseo devolver a Crisa a su padre, y manda traer a Briseida.

Tras perder a su concubina, Aquiles llora frente al mar. Su madre, la ninfa Tetis, se aparece para consolarlo. 


Más tarde, Tetis habla con Zeus y lo convence de castigar a los aqueos por faltarle el respeto a su hijo. Él acepta, pero su esposa, Hera, se enfurece porque ella apoya a los aqueos.



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Canto 2 Prueba de Agamenón


Zeus decide engañar a Agamenón para provocar su derrota. Manda al dios del sueño para decirle, mientras duerme, que los dioses lo favorecen y que podrá tomar Troya ese mismo día. 


Al despertar, Agamenón decide iniciar el ataque, pero antes quiere probar la lealtad de sus generales. Por lo que, primero, les dice que la guerra está perdida, para ver quién tiene la fortaleza para seguir peleando.


Al escucharlo, todos los soldados, decepcionados, se dirigen a los barcos para volver a casa. Pero, Odiseo, motivado por Atenea, convence a todos de que su destino es quedarse y tomar la ciudad de Troya. 


Todos aplauden el discurso de Odiseo y se preparan para la guerra. 

El ejército de los aqueos es tan grande que hicieron falta más de 1000 barcos para traer a todos los soldados.


Zeus, por su parte, advierte a los teucros del avance de los aqueos. El príncipe Héctor, líder del ejército teucro, manda preparar a sus hombres. 



Canto 3 Combate de Paris y Menelao


Los ejércitos se acercan levantando una inmensa polvareda. Paris, desafiante, camina delante de los teucros, retando al más valiente de los aqueos a pelear con él. 


El rey Menelao acepta el reto. Pero al verlo, Paris siente miedo y corre a esconderse detrás de sus soldados.


Héctor regaña a su hermano por cobarde. Paris, arrepentido, contesta que está dispuesto a pelear contra Menelao, y que el resultado determine el fin de la guerra. Menelao acepta. 


Ambos ejércitos se alegran ante la posibilidad de no combatir. El rey Príamo baja al campo y se encuentra con Menelao, con quien acuerda los términos de la pelea.


Comienza el duelo; cuando Menelao está a punto de matar a Paris, Venus lo rescata y lo lleva de vuelta a la ciudad de Troya, donde Helena reprocha a su esposo por haber sido derrotado, pero él pide que lo consuele, pues desea estar con ella. 


En el campo de batalla, Agamenón anuncia la victoria de su hermano y exige a los teucros cumplir su promesa: entregar a Helena y las riquezas. 



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Canto 4 Violación de los juramentos


Los dioses se reúnen para determinar el destino de Troya. Zeus quiere una solución pacífica: que se cumpla el juramento y que Helena vuelva con Menelao, sin desatar más violencia. Sin embargo, Hera, que se ha esforzado para apoyar a los aqueos por tanto tiempo, no quiere que la ofensa de los teucros quede impune. 


A regañadientes, Zeus acepta destruir Troya, a condición de que ella le permita destruir una de sus ciudades favoritas cuando él lo desee. Entonces, Atenea convertida en hombre, convence a Pándaro de que mate a Menelao, para llenarse de gloria. 


Pándaro dispara su flecha, pero la propia Atenea la desvía y sólo consigue herirlo. Esto hace enfurecer a Agamenón, quien ordena que se preparen para la guerra. El inmenso ejército aqueo avanza sobre los teucros y se da el primer combate. 


La batalla es muy sangrienta: muchos grandes guerreros mueren. Los aqueos consiguen avanzar pero el dios Apolo anima a los teucros, diciéndoles que Aquiles ha decidido no pelear. 



Canto 5 Principalía de Diómedes


Diómedes, hijo del rey Tideo, recibe de Atenea un valor inusual y mata al bravo Fegeo. 

Pándaro consigue herir a Diómedes, pero éste se quita la flecha y continúa su avance; mata a Astinoo, Hipirón, Abante, Poliido, Janto y Toón, También a Equemón y Cromio, hijos del rey Príamo. 


Eneas y Pándaro atacan juntos a Diómedes, y lo hieren con una lanza; pero Diómedes mata a Pándaro y luego hiere a Eneas con una piedra. La diosa Venus, madre de Eneas, saca a su hijo de la batalla; pero Diómedes la persigue y la hiere en una mano. Venus huye mientras Apolo se queda a defender a Eneas. 


Venus vuelve al Olimpo donde Zeus la regaña y le ordena no involucrarse en la guerra. 

Mientras, Diómedes exige a Apolo que deje de proteger a Eneas; pero el dios lo advierte que nunca debe un mortal ofender a los inmortales. Diómedes cede y Apolo saca a Eneas del combate. 


Molesto por el desafío de Diómedes, Marte se convierte en un humano y comienza a animar a los teucros para que luchen con valor. Héctor lidera un ataque de los teucros contra los aqueos. Apolo devuelve a Eneas, ya curado, al campo de batalla, para ayudar a sus compañeros.


Los aqueos resisten la embestida. Muchos grandes guerreros mueren. Al ver que el dios Marte ayuda a los teucros, Diómedes ordena retroceder. Zeus otorga permiso a Venus y a Hera para atacar a Marte, pues su apoyo es injusto para los aqueos.


Atenea avisa a Diómedes que ya tiene permiso para atacar a cualquier dios que se interponga a su paso. Juntos suben a un carro de combate y se dirigen contra el dios de la guerra y consiguen herirlo de gravedad. 


Marte se retira al Olimpo, enfurecido con Atenea, pero Zeus lo calma y hace que lo curen.



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Canto 6 Diálogo de Héctor y Andrómaca


La batalla continúa: los héroes aqueos continúan eliminando a los guerreros teucros más conocidos. 

Adrasto cae herido frente a Menelao y le suplica que le perdone la vida: asegurando que su padre le pagará muchas riquezas para liberarlo. Pero Agamenón le recuerda la traición de los teucros y lo convence de matarlo.


Diómedes ve que un guerrero teucro sobresale entre todos en su valentía: se llama Glauco y es nieto del famoso guerrero Belerofonte. 


Diómedes recuerda que su abuelo Éneo hospedó a Belerofonte e intercambiaron regalos de hospitalidad, por lo que no deben pelear entre ellos. Glauco acepta y deciden no enfrentarse.


En Troya, Héctor encarga a su madre, Hécuba, realizar un sacrificio a Atenea para que los favorezca en la guerra. Hécuba y las matronas suplican a Atenea, pero la diosa no accede a sus peticiones. 


Mientras, Héctor reprende a su hermano Paris por permanecer escondido mientras tantos teucros mueren por su causa. Paris promete seguirlo a la batalla. Helena se queja de la cobardía de su esposo. 


Héctor sale a buscar a su esposa, Andrómaca; la encuentra en lo alto de la muralla, junto con su hijo. Ella, llorando, le pide que ya no vuelva al combate, pues teme perderlo. 


Él responde que debe salir a enfrentar su destino. Toma a su hijo en brazos y ruega a los dioses que lo protejan. Después vuelve al combate junto con su hermano. 



Canto 7 Combate de Héctor y Áyax


Héctor y Paris salen animados al combate. Al ver que matan a muchos héroes aqueos, Atenea baja del Olimpo para detenerlos, pero Apolo se interpone. El dios le propone hacer que Héctor entre en duelo solo contra un héroe aqueo y así terminar la guerra. 


Así, Héctor reta a los aqueos a un duelo. Menelao se levanta para aceptarlo, pero Agamenón lo impide, pues sabe que Héctor es un guerrero superior. En su lugar se ofrecen varios guerreros; de entre ellos, por azar, Áyax resulta elegido.


Tras hacerse de palabras, Áyax y Héctor pelean ferozmente hasta que anochece y deben suspender el combate por falta de luz. Al amanecer, ambos ejércitos hacen una tregua para recoger a sus muertos e incinerarlos. 


Los aqueos aprovechan la tregua para construir un enorme muro de tierra que proteja sus barcos. Neptuno se ofende porque no le pidieron permiso para construirla. Después llegan barcos cargados de vino, enviados por el hijo de Jasón. Y los aqueos celebran toda la noche. 



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Canto 8 Batalla interrumpida 


Zeus reúne a todos los dioses y les prohíbe ayudar a cualquiera de los dos ejércitos; pero les permite aconsejarlos. Después, el padre de los dioses baja del Olimpo para presenciar la guerra.


Desde temprano se encuentran los ejércitos en una feroz batalla. Zeus pone dos monedas en su balanza para decidir el resultado de ese día y la suerte favorece a los teucros. 


Suelta un rayo que infunde temor en los aqueos, que abandonan el campo de batalla. Héctor se burla de su cobardía y comienza a perseguirlos. 


Al verlo, la diosa Hera intenta convencer a Neptuno de que ayude a los aqueos, pero éste no quiere provocar la ira de Zeus. Agamenón regaña a sus hombres por su cobardía y, llorando, ruega a Zeus que los salve. 


Al escucharlo, el dios decide mostrar piedad y envía señales de que ahora apoya a los aqueos; esto hace que recobren valor y se defienden con entusiasmo. De entre todos, sobresale Teucro Telamonio que con su arco derriba muchos enemigos, hasta que Héctor lo hiere, sacándolo de combate. 


Guiados por Héctor los teucros continúan avanzando, destrozando a los aqueos. Hera y Atenea deciden bajar a ayudar a los aqueos, pero Zeus las ve y amenaza con castigarlas si siguen su camino. Es la noche la que salva a los aqueos, pues la oscuridad obliga a suspender el combate. 


Héctor monta campamento cerca de sus enemigos para vigilarlos. Celebran la victoria del día y planean expulsar a los aqueos al día siguiente. 



Canto 9 Súplica a Aquiles


Agamenón, derrotado, ordena volver a casa; pero Diómedes se niega a marcharse. Néstor sugiere hacer un banquete con los príncipes de su ejército y pedirles consejo. 


Tras el banquete, Néstor sugiere pedir perdón a Aquiles y rogarle que vuelva a pelear. Agamenón reconoce su equivocación, acepta devolverle a Briseida además otorgarle numerosos regalos, e incluso casarlo con una de sus hijas. 


Fénix, Áyax y Odiseo son elegidos para hablar con Aquiles, quien los recibe con hospitalidad, pero el héroe rechaza su petición y las ofrendas; continúa molesto por la ingratitud de Agamenón. Planea marcharse al día siguiente. Ni siquiera Fénix, que ha sido como un padre para Aquiles, logra convencerlo. 


Agamenón y su consejo reciben la noticia con tristeza. Diómedes los anima a descansar y reponerse para el combate del día siguiente.



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Canto 10 Dolonía


Agamenón y Menelao no pueden dormir esa noche. Deciden despertar a Néstor y a los demás príncipes para hacer un consejo y decidir su estrategia. Reunidos, Néstor sugiere enviar a un soldado a espiar a los enemigos y averiguar sus planes. Diómedes y Odiseo se ofrecen para la misión. 


Mientras, en el campamento teucro, Héctor a su vez envía a un muchacho llamado Dolón a espiar a los aqueos. A medio camino, Diómedes y Odiseo se encuentran con el joven. Asustado, el muchacho revela todo lo que quieren saber sobre el campamento teucro. 


Aunque Dolón ruega por su vida, Diómedes lo mata. Siguiendo su información los aqueos llegan al campamento de los tracios, aliados de los teucros. Los encuentran dormidos y Diómedes comienza a matarlos, mientras Odiseo roba sus majestuosos caballos. 


El dios Apolo despierta a los teucros, pero ya es tarde: Odiseo y Diómedes han escapado. Son recibidos en el campamento aqueos con júbilo. Todos celebran la gran hazaña. 



Canto 11 Principalía de Agamenón 


Al amanecer, Zeus envía a la Discordia para animar a los aqueos a pelear. Agamenón se viste con su elegante armadura y el ejército se forma para la batalla. 


Comienza la feroz batalla mientras los dioses observan desde el Olimpo. Tras horas de combate, los aqueos comienzan a ganar terreno. Agamenón sobresale en la acción, derrotando a valientes guerreros teucros, entre ellos, a los hijos más jóvenes de Príamo. Después, Agamenón mata a los hijos de Antímaco.


Los teucros comienzan a huir y Zeus aconseja a Héctor que, cuando Agamenón sea herido, aproveche para lanzar un contraataque; él promete darles fuerzas para vencer a los aqueos. Justo en ese momento, Coón consigue herir a Agamenón en el brazo. Acosado por el dolor, el rey aqueo se ve obligado a retirarse del campo de batalla. Héctor toma la oportunidad para embestir a los teucros.


Pero Diómedes consigue herir a Héctor, que se ve obligado a retirarse. Paris responde hiriendo a Diómedes en el pie con una flecha, por lo que también queda fuera de combate. Odiseo se queda solo y es rodeado por los enemigos: se defiende con valentía pero es herido por Soco. Menelao y Áyax corren a ayudarlo. 


Advertido de que Áyax estaba haciendo estragos entre sus hombres, Héctor decide volver a la batalla.

Al verlo venir, Áyax siente miedo y huye de vuelta a las naves, protegido por sus aliados. 


Mientras, Aquiles envía a su amigo Patroclo al campamento de los aqueos para preguntar sobre del avance de la guerra. Néstor, enfurecido, le informa que los principales guerreros (Diómedes, Agamenón, Odiseo, Macaón) han sido heridos e insulta a Aquiles por dejar que sus aliados sean derrotados, sin hacer nada. 


Néstor le pide a Patroclo que convenza a su amigo de pelear, o que, al menos, le pida prestada su armadura para que los soldados lo confundan con Aquiles y los enemigos le teman.



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Canto 12 Combate en la muralla


Los teucros consiguen llegar al muro que protege los barcos aqueos. La batalla se extiende a lo largo del muro, pero Polidamante ve un mal presagio y advierte a Héctor que no deben seguir adelante; pero éste rechaza su advertencia y continúa la batalla.


Sarpedón, al frente de los licios, lanza un feroz ataque a una torre de la muralla. Menesteo la protege con ayuda de Áyax. 


Sarpedón consigue destruir el parapeto, pero es herido por Áyax. La lucha se mantiene equilibrada, hasta que Héctor coge una enorme piedra y destruye los cerrojos de la puerta del muro. 


Canto 13 Batalla junto a las naves

 

Creyendo que los teucros tienen la batalla ganada, Zeus se retira. Neptuno aprovecha su ausencia: se transforma en el adivino Calcas, y anima a los aqueos a redoblar esfuerzos. 


Con nuevos ánimos, los aqueos consiguen detener el avance de los teucros. Pero Héctor mata a Anfímaco, nieto del dios Neptuno. La voluntad de los dioses continúa dividida: Zeus quiere dar la victoria a los teucros, para honrar a su hijo Aquiles; y Neptuno, anima a los aqueos. 


Idomeneo mata a Otrioneo, esposo de Casandra y yerno de Príamo, y se burla del cadáver mientras lo arrastra por el campo de batalla. En respuesta, Deífobo marcha contra Idomeneo, con ayuda de Eneas, Paris y Agenor. Al verlos venir, Idomeneo, pide a su vez ayuda a Ascálafo, Deipiro, Meriones, Afareo y Antíloco. Todos combaten alrededor del cuerpo de Alcátoo. 


Deífobo mata a Ascálafo, hijo de Marte, y ataca a Idomeneo. Meriones hiere a Deífobo, pero Polites, su hermano, lo rescata y saca del combate. Eneas atraviesa la garganta de Afareo con la lanza. Y Antíloco corta el cuello de Toón y le quita su armadura. Adamante trata de atacarlo, pero Meriones lo mata primero. 


En otra parte, Menelao se enfurece al ver morir a Deípiro a manos de Heleno. El rey carga contra el asesino y lo hiere. Viendo una oportunidad, Pisandro intenta matar a Menelao, pero no lo consigue y, al contrario, termina muriendo a sus manos. Después, el rey critica a Zeus por ayudar a los teucros. 

Héctor, que aún no sabe que sus tropas están siendo derrotadas al otro lado del campo de batalla, se acerca a las naves aqueas con la intención de quemarlas. Pero se encuentra con una feroz defensa de los dos Ayaces. 


Polidamante informa a Héctor sobre la difícil situación de su ejército y le recomienda retroceder para reorganizarse. Se entera de la muerte de muchos grandes guerreros de su ejército y culpa a Paris, su hermano, por la derrota. 


Héctor concentra todas sus fuerzas en un punto y lanza un nuevo ataque, pero no consigue hacer retroceder a los aqueos. Áyax se burla de Héctor y le advierte que pronto serán derrotados. 



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Canto 14 Engaño a Zeus


El viejo Néstor sube a un monte para ver la situación: ve que el muro está destruido y los aqueos están retrocediendo.


Va con Agamenón, quien llora por la derrota inminente de sus tropas. Agamenón sugiere retirarse, pero Odiseo se niega rotundamente; convence a Diómedes de volver a la lucha aunque ambos están heridos.

Mientras, Hera diseña un plan para distraer a su esposo. Con ayuda de Venus y del dios del sueño, seduce a Zeus y lo hacen dormir profundamente. 


Después, Neptuno se pone al frente de los ejércitos aqueos y los dirige a la batalla. Mientras, Áyax consigue herir a Héctor con una piedra. Los héroes teucros se apuran a llevarlo a la ciudad para protegerlo. Los aqueos aprovechan su ausencia para redoblar el ataque. 


Peneleo cercena la cabeza de Ilioneo y la muestra retadoramente a los teucros. Gracias al apoyo del dios Neptuno, los aqueos consiguen ganar la batalla. 



Canto 15 Huida de los teucros


Al despertar, Zeus descubre el engaño de Hera y la reprende. Le revela que su plan es que, al final, Aquiles vuelva a la pelea y derrote a los teucros, tomando la ciudad de Troya, como ella quiere. 

Hera vuelve al Olimpo y reúne a todos los dioses. Les recuerda el poder de Zeus y les aconseja seguir su voluntad. 


Después, por órdenes de Zeuz, Apolo ayuda a Héctor para que vuelva a la pelea. Con Apolo y Héctor al frente, los teucros avanzan con fuerza en la batalla, haciendo retroceder a los aqueos. Los teucros matan muchos aqueos y los obligan a huir en desorden. 


Al ver a los aqueos pelear tan cerca de las naves, Patroclo, amigo de Aquiles, decide tratar de convencerlo nuevamente de pelear. Héctor mata al escudero de Áyax. Teucro Telamonio intenta matar a Héctor con una flecha, pero Zeus hace que se rompa la cuerda de su arco. 


Los teucros consiguen llegar a los barcos. Néstor anima a los aqueos a resistir y no escapar. Se traba una feroz batalla frente a los barcos. Héctor aprovecha y ordena quemar los barcos, pero Áyax los detiene.



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Canto 16 Patroclea 


Patroclo, llorando, cuenta a Aquiles sobre la terrible situación de los aqueos y le suplica que, si está decidido a no pelear, al menos le preste su armadura y lo deje ayudarlos. Aquiles acepta y permite que él, junto con sus mirmidones, refuercen a los aqueos. Pero le advierte que vuelva tan pronto haya alejado a los teucros de los barcos, para no ponerse en peligro. 


A lo lejos, ven que los teucros han conseguido quemar la primera nave. Patroclo se apura y viste la armadura y las armas de Aquiles, que fueron regalos de los dioses. Así, los 200 mirmidones y sus jefes, con excepción de Aquiles, acuden al rescate. Mientras, Aquiles agradece a Zeus por su apoyo y le pide que proteja a Patroclo y sus hombres. 


Al ver llegar a los mirmidones, el miedo inunda los corazones de los teucros, pues confunden a Patroclo con Aquiles, ya que lleva su armadura: todos retroceden.


Los mirmidones apagan el fuego del barco. Después apoyan el avance de los aqueos. Los jefes aqueos matan a muchos héroes teucros: Areilico, Toante, Atímnio, Cleóbulo. Liconte corta la cabeza de Peneleo. 


Los teucros comienzan a huir en desorden. Patroclo mata a los que quedan atrás, incluyendo a Sarpedón, hijo de Zeus, lo que entristece al dios. Al enterarse de la muerte de Sarpedón, Héctor decide volver al combate junto con los demás jefes. Se vuelve a encender la pelea. 


Zeus obliga a los teucros a retirarse. Después pide a Febo que rescate el cuerpo de su hijo Sarpedón y lo lleve a su patria, para que sea honrado. Alentado por la huida de los teucros, Patroclo decide perseguir a los teucros hasta las puertas de Troya, desobedeciendo a Aquiles. 


Apolo aconseja a Héctor que aproveche la oportunidad y ataque a Patroclo. El teucro mata primero a Cebrión, escudero del mirmidón. Patroclo, valiente, baja del carro y comienza a pelear con Héctor junto al cadáver de su escudero. 


El dios Apolo golpea a Patroclo en la espalda y lo hace perder el casco. Después, Euforbo clava su lanza en la espalda de Patroclo. Por último, Héctor atraviesa su vientre con la lanza. Antes de morir, Patroclo advierte a Héctor que él también morirá pronto, a manos de Aquiles. 



Canto 17 Principalía de Menelao


Menelao corre a defender el cuerpo de Patroclo. Sin embargo, al ver venir a Héctor con todos los teucros, decide retirarse a pedir ayuda. Cuando vuelve Menelao con Áyax, Héctor ya se ha puesto la armadura de Aquiles, que ha quitado al cuerpo de Patroclo. Esto hace enfurecer a Zeus.


Al verlos llegar, Héctor abandona el cuerpo y regresa con sus hombres. Áyax y Menelao se quedan a defender el cuerpo de Patroclo. Apolo interviene y anima a los teucros para volver a pelear. La batalla cruel alrededor del cuerpo de Patroclo se extendió por el resto del día. 


Áyax entiende que los dioses no los favorecen y han decidido dar o victoria a los teucros. Pero no pueden huir porque una densa nube cubre el campo de batalla. Llorando, ruega a Zeus que les permita retirarse. El dios acepta y retira la nube. Menelao pide a Antíloco que vaya a informar a Aquiles de la muerte de Patroclo. 


Después, Menelao y Meriones levantan el cuerpo de Patroclo y se lo llevan, protegidos por los dos Ayaces. Los aqueos se retiran. 



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Canto 18 Fabricación de las armas 


Aquiles llora al escuchar sobre la muerte de Patroclo. Desde el fondo del mar, su madre, la nereida Tetis escucha su lamento y sale a la tierra para consolarlo. El héroe le dice que no descansará hasta matar a Héctor por lo que hizo. Tetis le recuerda que si decide pelear, morirá en Troya, pues ése es su destino: a Aquiles no le importa. 


Aunque está afligida por su decisión, Tetis le promete llevarle una nueva armadura y armas, forjadas por el dios Vulcano para reponer las que le quitó Héctor. Los aqueos llegan a las naves, aún perseguidos ferozmente por Héctor y los teucros. La diosa Iris, a escondidas de Zeus, le aconseja a Aquiles que tome las armas para evitar que los teucros roben el cuerpo de su amigo.


Como Aquiles se niega, porque aún no tiene su armadura, Iris le pide que al menos se aparezca en la batalla para que con su sola presencia atemorice a los teucros y anime a los aqueos.


Así lo hace Aquiles. Atenea hace que un fuego divino rodee la cabeza del héroe, que se levanta frente a todos los guerreros. Tres veces grita Aquiles y los teucros huyen con temor. Los aqueos llevan el cuerpo de Patroclo al campamento y le lloran.


En el campo, Polidamante aconseja a los teucros volver a la ciudad, cuyos muros los protegerán de la ira de Aquiles. Pero Héctor, cegado por la soberbia, rechaza la idea y ordena que se queden en el campamento, para atacar a los aqueos por la mañana, sin temer a Aquiles. 


Mientras, junto al cuerpo de Patroclo, Aquiles promete vengarlo y destruir Troya. Después, los aqueos lavan el cuerpo de Patroclo y lo preparan para el funeral.


En el Olimpo, Tetis llega a pedir el favor del dios Vulcano. Con esfuerzo y dedicación, el hábil herrero crea para Aquiles la armadura más poderosa y hermosa jamás vista. 



Canto 19 Aquiles renuncia a la cólera


A la mañana siguiente, Tetis le da su armadura y armas. Como Aquiles está triste porque el cuerpo de Patroclo comenzará a descomponerse, Tetis lo rocía con aceites divinos para que se mantenga incorrupto. 


Aquiles convoca a todos los jefes aqueos; hace las paces con Agamenón, para felicidad de todos. 

El rey se disculpa también: le ofrece de nuevo todos los regalos que había prometido Odiseo, además de devolverle a Briseida. 


Aunque Aquiles está impaciente por entrar al combate, Odiseo lo convence de esperar a que las tropas desayunen mientras él va por los regalos. Cuando regresa Odiseo, Agamenón jura ante los dioses que nunca tocó a Briseida y se la devuelve a Aquiles, junto con todos los demás regalos. 


Todos van a desayunar, pero Aquiles se rehúsa a probar comida hasta que haya vengado a su amigo. 

Al verlo, Zeus se entristece y ordena a Atenea que llene el estómago del héroe con néctar y ambrosía para que tenga fuerza durante el combate. 


Marchan después los aqueos a la batalla. Aquiles, en su carro, arrea sus divinos caballos: sabe que su destino es morir, pero primero quiere dar la pelea más feroz batalla a los teucros. 



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Canto 20 La batalla de los dioses


Zeus dice a los dioses que pueden intervenir en la batalla, favoreciendo a los aqueos o los teucros según quieran, pues confía en que Aquiles asegurará la victoria de los aqueos, sin importar nada. 

Hera, Atenea, Mercurio y Vulcano corren a ayudar a los aqueos. Mientras que Marte, Apolo, Leto, Diana y Venus, apoyan a los teucros. Los dioses comienzan a luchar entre ellos. 


Motivado por Apolo, Eneas enfrenta a Aquiles pero es derrotado. El dios Neptuno saca a Eneas del combate y lo pone a salvo, pues sabe que tiene un destino más grande que cumplir. Aquiles mata a Polidoro, hermano de Héctor, quien enfurece y decide enfrentarlo.


Tras hacerse de palabras ambos se arrojan las lanzas; pero los dioses las desvían. Al ver que los dioses protegen a Héctor, Aquiles decide dejarlo y continuar su atacando a otros héroes. 



Canto 21 Batalla junto al río 


Aquiles persigue a los teucros, que huyen hacia el río Janto. Cuyas aguas se tiñen de rojo con la sangre de los teucros. Aquiles se encuentra con Licaón, medio hermano de Héctor. Aunque el príncipe ruega por su vida, Aquiles lo mata sin piedad. 


Después mata al rey Asteropeo y a sus hombres. El dios del río pide a Aquiles que deje de matar hombres en sus aguas, pues los cadáveres obstruyen su corriente.


Como el héroe no se detiene, el río se enfurece y con su corriente arrastra a Aquiles e intenta ahogarlo. 

Hera pide a Vulcano que ayude al héroe, por lo que dios enciende un enorme fuego que hace retroceder al río y pone a salvo a Aquiles. 


Mientras, Marte aprovecha para vengarse de Atenea por haber ayudado a Diómedes a herirlo. Pero Atenea es más fuerte, le arroja una enorme piedra y lo deja inconsciente. Venus pone a Marte a salvo, pero Atenea la ataca también y la deja tendida sobre el campo de batalla. 


Así, los demás dioses también pelean entre ellos, hasta que, cansados, vuelven todos al Olimpo, unos vencedores y otros vencidos.


Mientras, Príamo mira desde lo alto del muro de la ciudad la derrota de sus tropas, y ordena que abran las puertas para recibir a sus soldados que regresan a la ciudad, perseguidos por Aquiles. 


Agenor valientemente decide enfrentar a Aquiles, para detenerlo y evitar que entre a la ciudad. 

Arroja su lanza contra el héroe pero no consigue atravesar su divina armadura. Aquiles arremete contra él, pero Apolo pone a salvo a Agenor; luego toma la forma de Agenor y se dedica a distraer a Aquiles para que los teucros puedan entrar a la ciudad. 



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Canto 22 La muerte de Héctor


Aquiles descubre el engaño y regresa a la ciudad. Héctor lo espera afuera de la muralla. 

Desde arriba del muro, los padres de Héctor le ruegan que entre y se ponga a salvo, pero su hijo no los obedece. 


Sin embargo, al ver venir a Aquiles, con su divina armadura, siente miedo y echa a correr. Aquiles lo persigue. Así dan tres vueltas alrededor del muro de la ciudad. Zeus siente pena por Héctor. Deja que la balanza de oro decida el destino del teucro; sin embargo, ésta se inclina por su muerte.


Decidida la suerte, Atenea se transforma en Deífobo, hermano de Héctor, y lo convence de que deje de huir y se enfrente a Aquiles. Comienza el combate. Al ver que Deífobo ha desaparecido, Héctor comprende que fue engañado por Atenea. Decide morir valientemente y carga contra Aquiles con la espada desenvainada. 


Aquiles consigue herirlo de muerte en el cuello. Con su último aliento, Héctor le ruega que devuelva su cuerpo a su padre para que puedan honrarlo, pero Aquiles se niega. En vez de eso, lleva el cuerpo a las naves. Lo ata a un carro de combate y lo arrastra por todo el campamento. 


Al verlo desde la muralla, Príamo y Hécuba lloran por la muerte de su hijo. La esposa de Héctor también lamenta por la suerte de su marido.



Canto 23 Los juegos en honor de Patroclo


Aquiles organiza un enorme banquete en honor a su amigo Patroclo. La celebración dura toda la noche. 

Exhausto tras combatir todo el día, Aquiles cae rendido. Se le acerca el fantasma de Patroclo y le pide, primero, que queme su cuerpo para que pueda entrar al Hades, y segundo, que cuando él también muera, como es su destino, que pida que pongan los huesos de ambos en una misma urna para que estén juntos por toda la eternidad. 


Aquiles despierta y jura cumplir su deseo. Al día siguiente construye una enorme pira, con ayuda de todo el ejército. 


Sacrifica a 12 jóvenes teucros que había capturado el día anterior y enciende el fuego inmenso con ayuda de los dioses. 


Luego echa el cuerpo de Héctor a los perros. Pero Venus evita que los canes lo devoren y Apolo lo unge con un aceite divino para que su cuerpo no sufra daños o se descomponga. La enorme pira arde toda la noche.


Después, Aquiles pide que depositen los huesos de Patroclo en una urna de oro, donde sabe que también han de reposar los suyos. 


Aquiles organiza diversas competencias en honor a su amigo. Primero, una carrera de carrozas, donde gana Diómedes el primer lugar; Antíloco, el segundo; y Menelao, el tercero. A continuación, Aquiles organiza la competencia de pugilato. Epeo gana la contienda contra Euríalo. 


Luego se organiza la lucha. Áyax y Odiseo sostienen una pelea muy reñida, hasta que Aquiles concede un empate para ambos. Después se juega la carrera. Con la ayuda de Atenea, Odiseo gana la carrera. Seguido de Áyax y Antíloco. 


A continuación, Diómedes y Áyax combaten en la lucha armada. Cuando Diómedes está por ganar, los amigos de Áyax la interrumpen. Concediendo un empate para ambos. Luego Meriones gana el concurso de flecha, con la ayuda de Apolo.


Por último: la competencia de lanza. Meriones y Agamenón se ofrecen, pero antes de que inicie Aquiles concede la victoria al rey, pues todos saben que es el más diestro en este deporte. 



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Canto 24 El rescate de Héctor


Como no puede dormir, Aquiles vuelve a arrastrar el cuerpo de Héctor para destrozarlo, pero gracias a la protección de Venus, su cuerpo se mantiene intacto. Zeus se compadece de Héctor, quien siempre fue muy respetuoso de los dioses. Ordena a la ninfa Tetis, que convenza a su hijo Aquiles de devolver el cuerpo de Héctor, si es que no quiere hacerlo enfadar. 


Después Zeus manda a Iris para que avise a Príamo que puede recuperar el cuerpo de su hijo. Iris aconseja a Príamo que vaya solo y lleve regalos para apaciguar a Aquiles. A pesar del temor de su esposa Hécuba, Príamo sale en mitad de la noche, acompañado solamente por un mensajero, en un carro. 


Zeus, compadecido del anciano, envía a Hermes a protegerlo; éste se disfraza de un príncipe mirmidón para guiar al rey. Y usando su poder, hace que todos los soldados aqueos duerman para que no vean llegar al rey de los teucros. 


Príamo entra a la tienda de Aquiles, donde le suplica que le devuelva el cuerpo de su hijo más amado. Aquiles, conmovido por la valentía y la tristeza del viejo, acepta su petición: ordena que traigan el cuerpo de Héctor, lo limpien y lo coloquen en el carro de Príamo. Después invita a su enemigo a un fabuloso banquete. 


Aquiles promete a Príamo una tregua de 11 días para que puedan hacer las celebraciones fúnebres. 

Príamo y su acompañante se marchan antes del amanecer. En Troya, la hija de Príamo, Casandra, los ve regresar y llama a todos para que reciban al cuerpo de su príncipe Héctor. Todos lloran alrededor del cuerpo. 


Aquiles cumple su promesa y los teucros pueden honrar a su príncipe en paz. En el undécimo día preparan una enorme pira donde queman el cuerpo del valiente Héctor. 



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Fin de La Iliada


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